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La vida es así. A veces creía que estaba en un sueño. Javier era uno solo de sus recuerdos, y lo vivido no era más que su propia existencia. Su extraña muerte y toda la confabulación desatada por Omar e instigada por Rogelio no fue más que una ordalía desatada por los bárbaros contra otro de los suyos. "El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe", era una sentencia dicha por Rousseau, uno de los enciclopedistas más famosos de "La revolución francesa", que leyó en uno de los libros que lo acompañaron con los trastos viejos de Benjamín y su familia, cuando huyeron a esas tierras inhóspitas adonde Serafín se crió con sus hermanas, y donde Carlos los encontró. Una idea que no se acomodaba con lo dicho por este, porque a pesar de todo luego de saber que su madre no podía tener hijos, existía. Intuyó que esa coincidencia hacía parte de una historia suya que desconocía. Recordaba a Maribel cuando comentó acerca del porte que tenía en su juventud y con el cual se congraciaba como si desde antes se conocieran. No fue feliz en esos tiempos. Su huida aprobada por sus padres más la coincidencia de encontrarse por los lados del nevado del Tolima con Carlos en medio de ese laberinto que le cambió el destino, le hizo suponer que esa cercanía a su familia, y entre ellas la de Rogelio no había sido casual. Ahora tampoco se congratulaba de lo que estaba viviendo. Había disfrutado de las extravagancias de Maritza y aun creyendo que tuvo relaciones amorosas con Rogelio, la perdonaba de ser cierto. Entendía que los celos lo podrían obnubilar. Mucho más cuando encontró a Serafín bailando con esta, luego de muchos años de separación festejando su encuentro al compás de la música estridente del tocadiscos. Una primera impresión luego de muchos años sin versen tras su huida y la posterior visita que les hizo en una noche, le hicieron creer que la aparición de Carlos en su vida era la consecuencia de un acuerdo tácito con Benjamín. No era casual, aunque los años que estuvo trabajando con este, lo llevaron a pensar de esta manera. Suponía que eran mercaderes que se aprovechaban con sus relaciones policíacas. Lo de Omar no era más que un esbirro de los que Rogelio y su familia utilizaba en su provecho. Es más, estaba convencido que la familia de los Ortegas tenía alguna relación por lo alto del estado adonde autoridades trabajaban al unísono de acuerdo con los secretos de las personas que conocían. El afán de Rogelio por saber qué había pasado con las fotografías que Clavijo les proporcionó, en esos daguerrotipos que le dejaron entrever que las fotos de los personajes llevados por Genaro con el fin de hacerlos figurar dentro de los muchos documentos de las primeras notarías que hubo en Bogotá con declaraciones de supuestos testigos que atestiguaban que nacieron en las tierras de Boyacá precisamente en la región de donde se decía que provenía Genaro, antes de convertirse en uno de los más encumbrados prestamistas, debido a que a través del tiempo los negocios de cafeterías y otros adonde resultó comprando inmuebles y construyendo todo un vasto imperio con su dinero, no era más que el sofisticado manejo de un capital que probablemente vendría de la utilización de sus contactos para saber quiénes necesitaban de alguna ayuda por parte de los que huyendo de la guerra mundial llegaron a hospedarse, o quedarse en el país aduciendo su nacionalidad mediante componendas con autoridades que durante años se valieron de contratos ficticios sobre el origen de muchos de los recién llegados. El poder del dinero y de los recursos económicos con que fue satisfecho por su habilidad para hacer tratos con extranjeros, no hacía más que crear el rumor de las gentes que lo conocieron comprando fincas y haciendo amistades con alcaldes y gamonales políticos de los pueblos, más las intrigas que según decían muchos, también participaban ministros católicos, allegados con amigos de la alta aristocracia gobernante de la metrópolis bogotana, pero que tras la intriga de dónde provenían intuyó que Genaro era uno de los que utilizaron el engranaje estatal para saborear los dineros que mediante lingotes de oro, o por qué no de pinturas y obras de arte de los inmigrantes que con su odisea en alta mar en los barcos fondeados tras usar identidades con banderas de países aliados de los alemanes, o de nacionalidades diferentes en medio de las dificultades para huir de la Europa sumergida en el conflicto, los mercaderes y los nacionalistas defensores de las etnias que estaban siendo atacadas por el racismo que bajo la égida de la supremacía blanca, y el fracaso de una economía capitalista que desolaba por la crisis económica de la gran depresión de 1.930 y su posterior efecto en la segunda guerra mundial que originó le emigración de muchos judíos y de otras nacionalidades de los países en conflagración a donde la mano tendida de algunos, se aprovecharon de dichas circunstancia en las que personajes como Genaro, a pesar que lo conocían durante años ni siquiera podían discernir de dónde era vecino en esas tierras aledañas que lo llevaron mediante su astucia a comprar baldíos y fincas que en su momento ante la violencia desatada no valían más que las vidas de unas familias que huyendo de las persecuciones, y a cambio este las negoció a bajos precios para revenderlas en corto tiempo a latifundistas que como en su caso, nadie podía decir de dónde había salido su fortuna para comprarlas, o por lo menos ameritar el origen de su peculio. La oscuridad de su procedencia se remontaba escasamente a la memoria de algunos amigos que lo conocían por haberlo visto negociando en muchos de los territorios de la región, comprando productos agrícolas que revendía en las plazas del mercado bogotano en la décima con once, pero que con el tiempo, y por las relaciones que hizo desde su juventud logró amasar toda una fortuna para enseñorearse en aquella ciudad de sombras tras las persecuciones políticas de los que tenían poder, y que resultaron con capitales de dudosas reputaciones.

Genaro pues, no resultó más que de la ambición de los que querían beneficiarse tras su desaparición. Y aunque podría ser no más que un presentimiento de las ideas calenturientas de Numa, le pareció constatarlo con Rogelio, así y todo dijera lo contrario, luego de que firmó el ansiado papel en la notaría que le dio el poder para respaldar el contrato de arrendamiento cuando ya otros comerciantes habían querido hacer lo mismo con los suyos, y donde Fernando y Joel eran los empleados de más confianza que tenía. No todos habían logrado conseguir sus respectivos contratos reconocidos como tales con el representante de Genaro, pues Eurípides, el abogado que en más de una ocasión sirvió como testigo o intermediario para hacer los reconocimientos requeridos para dar el aval de nacimientos de naturales que según muchos decían, no eran más que la forma como extranjeros de otras nacionalidades y su prole certificaban que habían nacido en las mismas tierras de donde Genaro provenía, y que fueron parte de su capital.

En esas estaba cuando su sobresalto por la muerte de Javier le hizo caer en cuenta que también podría estar en la mira de los que querían despojarlo del bien que ocupaba con Maritza y su hijo. No podía confiar en Rafael y los suyos, y mucho menos en Omar a pesar de perder la credibilidad con María.

Su desconcierto fue más allá ante la tranquilidad con que Rafael hablaba de Javier ante sus hijas, que todavía sin entender que se habían metido con un filibustero que pretendiendo defenderías del padre autoritario, resultó siendo la peor de las pesadillas que junto con Mardoqueo, las obligaron a que abandonaran su casa porque según afirmaba los días estaban contados para ellas en el negocio que administraban. Su cambio tan rápido y repentino les permitió conocer la otra faceta de un personaje que a pesar de sus amoríos con Sofía, no dudaba un momento en persuadirías para que reiniciaran sus vidas en otro lugar muy diferente a donde se criaron. La presentación de la supuesta venta hecha en vida con Rogelio, y un pagaré a la orden de Genaro, firmado por Javier, en donde reconocía un préstamo hecho mucho antes de su desaparición, las doblegaban ante la certeza que todo había sido un ardid en la que Rogelio resultaba siendo dueño de un bien a cambio de una deuda creíble, pero difícil de demostrar, por que el autor de la supuesta deuda no aparecía por ningún lado. Un débito escamoteado por la avaricia del uno y otro, y también por el posible contubernio entre los testigos que fueron apareciendo y sugiriendo que este les debía tanto a Genaro como a Rogelio, y que gracias a la benevolencia de este último, a cambio les cedía una casa con todos sus derechos por los lados del barrio Santa Fe, que a pesar de ser todavía un sector comercial, no se parecía en nada al negocio que tenían. Su predio con el cambio hecho por el otro las desfavorecía, pero Rafael a manos llenas les decía que tenían que hacerlo porque si no, una de demanda contra ellas por parte de Rogelio, las dejaría en la ruina. Ni se inmutaba contando lo sucedido, y su posterior desavenencia con Sofía al afirmar que lo habían engañado con sus historias de niñas sufridas, y mediante maltratos las obligó a que recibieran a cambio una casa vieja de donde se decía que también había sido una de las cuales Genaro en otros tiempos se la vendió a Rogelio, y ahora se las entregaba por una posible deuda ficticia que ellas nunca podrían probar, y Omar como si no hubiera sucedido nada, solo decía que la muerte de Javier había sido por su propio comportamiento.

-Cría cuervos, y te sacaran los ojos, se lo dijo sin ambages a Numa.

Respondía así a una de las preguntas inquisidoras de Numa, que lo miraba siempre a los ojos como acusándolo igual a como lo hizo en las muchas discusiones que tuvieron tras algún suceso nefando, y de las cuales Omar con sus argumentos, siempre terminaba lavándose las manos. Todo hacía parte de una conspiración, a donde otros también, estaban involucrados. 
 
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