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-La vida de los seres humanos es muy frágil, se lo dijo en alguna ocasión Omar.

-Las mujeres en ciertos trabajos son expertas no solo en el arte de seducir y comprometer a más de uno cuando quieren crear enemistad de alguien que no lo esperaba, y resulta enredado en las lenguas de otros sin saber por qué, y además cabe dentro del mundo de las vanidades femeninas. 

Numa que recordaba cómo había conocido a Maritza, creyó que lo decía por ella.

- ¿Se imagina todo un grupo de vecinos tratando de desquiciar a otro por cuenta de un legado que desconoce, pero que sus familiares lo saben; y quienes se encargan de hacer componendas en esa labor de zapa usan todas las formas posibles para que abandone la casa donde vive, o la propiedad que según estos pertenece a otro, y que los mismos han preparado para que todo sea creíble?

- ¿Y..?

Numa recordaba algunas de esas historias antiguas en la época de la decadencia romana donde las mujeres jugaron un papel importante para desprestigiar a más de uno, o incluso como en el caso de Cleopatra que al no poder combatir contra todo un imperio, prefirió hacerlo a su manera cuando...

-Pero ha leído, le dijo Omar, cuando comprendió que Numa conocía la historia de Cleopatra y Marco Antonio.

-A veces uno puede esperar muchas cosas de estas historias de amoríos, respondió Numa.

-Lo que yo le quiero decir, es otra más enredada.

- ¿O como la mujer del gallego?

-Por mi oficio -continuó diciendo- conozco la historia de mujeres que mediante sus artilugios son capaces de hacer la guerra a cualquier ciudadano indefenso, y así logra que todos se hagan de su lado con el fin de conseguir lo que quieren.

-Ya lo sé, respondió Numa; encuentran a sus áulicos.

-Es como si usted viviera en una casa con su familia, y sin más ni más otro aparece como dueño y señor; y de la noche a la mañana un desconocido aparece en la misma vivienda para aburrir al que quieren desalojar.

- ¿Y cómo? Dijo Numa.

-Van de provocación en provocación que incluso sí su marido es de ley muchos de sus amigos participan en esos entuertos para conseguir sus propósitos, incluso, aunque no tengan ningún bien, aparentan que lo tienen.

Numa comprendió cómo pudo aparecer muerto Javier.

Recordó que en una ocasión lo vio andar cojo, mientras sus hijas decían que se había caído por su propia cuenta, pero que tal y como lo suponía alguna de estas lo había ofendido o provocado; y que Gertrudis, la mayor terminó viviendo con su novio en su propia casa, para obligarlo a irse.

-Para que así abandonara la casa, contestó Numa.

Y así era como Omar lo había planeado con los suyos. Además era probable que obligado mediante injurias para que el nuevo novio se enfureciera, y como si fuera su propia casa, lo zarandeara sin que Javier se pudiera defender debido a su edad avanzada.

Durante mucho tiempo todos los vecinos de San Victorino lo veían las veces que salía de su casa que era su negocio, todo cojo y andrajoso, como si estuviera perdiendo la razón, mientras Rafael desde su casa en son de broma le decía:

- ¿Y qué le pasó, vecino?

Lo injuriaba y ofendía cada que podía, tanto así, que en una ocasión cuando Javier le comentó a sus hijas las provocaciones de este, al otro día que salió a barrer la acera de la calle que está al frente del negocio, ya este lo esperaba al frente de su puerta con una escoba entre las piernas, como si supiera que había hablado de él la noche anterior. Lo confundió, haciéndole creer que era un brujo.

Los vecinos sabían de lo que quería Rafael, ya que también estaban dispuestos a zaherirlo por las calles con sus voces broncas como para confundirlo, porque en realidad todos estaban haciendo lo mismo con otros,  y porque los seres humanos muchas veces resultan siendo víctimas de las infamias mentirosas que estos mercaderes tejen alrededor de sus víctimas, o debido a las enemistades que se forjó cuando resultó siendo dueño y poseedor de la casa de las Molanos en los tiempos que todo ese sector estaba constituido por viviendas con familias de antiguos abolengos de una ciudad que crecía, y a donde el ruido insensato de la música y los escándalos de los clientes que atrajo el negocio de chicha, y más tarde el de sifón o la cerveza, que montó Javier en aquella vivienda familiar,

-La ocasión hace al ladrón, dijo Omar.

Este tipo de trabajos eran desconocidos para Numa, que incluso creyó que en algún momento una de estas mujeres o de estos personajes pudiera ofrecer un hijo a otros en adopción, a los que iban adoctrinando de forma soterrada, mientras esperaban a que creciera para que algún día resultara con actitudes muy distintas a las de sus padres adoptivos. Actuaba en concordancia con los familiares que lo rodearon desde su nacimiento, y así terminaban por apropiarse del propio bien que sus mayores querían.

De Javier se sabía que su hija menor le tenía rabia debido a que había sido orquestada por Gertrudis cuando su nuevo novio apareció como si fuera el verdadero dueño de la casa. Ya Rafael sabía que si adentro lo golpeaban, los suyos lo estarían esperando afuera.

- ¿Los drogan, o les crean el miedo?

-Ambas cosas, dijo Omar. Vea que…

Sin dejar que Omar terminara con lo que iba a decir, Numa le dijo:

-O sea que en estos casos, el Estado como tal participa también con sus hombres.

Omar frunció los hombros dando razón a lo que Numa decía. Trabajaban con la sicología de grupo que incluso como en el caso de Javier, ya lo tenían en la quiebra, y que Rogelio contaba los días que faltaban para que entregara el bien que desde tantos años había deseado para sí.

- ¿Sabe? Dijo Omar.

-Sí, dijo Numa.

-Para hacer este tipo de trabajos se necesita que todos sepamos de su manera de obrar, y actuar.

-Como lo de Genaro, dijo Numa.

Omar prefirió callar. Conjeturaba que no era de fiar. Maritza se les acercó para preguntar sí querían tomarse un tinto, mientras María en la cocina terminaba de preparar los bizcochos que tanto deleitaban a más de un paladar de los parroquianos que con frecuencia la visitaban dado su facilidad para entablar amistad con los que aparecían en su camino, que incluso los que sabían de su culinaria a veces le decían que por qué no montaba un negocio para que la gente supiera de los manjares que preparaba a sus frecuentes invitados, incluso en las festividades patronales donde llegaba algún creyente que iba a  misa a comunicarse con Dios. Su fe lo superaba todo. Y su influencia ante sus hermanos y a los más cercanos la hacían indispensable en cualquier reunión familiar. Se arrepentía de sus apreciaciones, pero suponía que era la única manera de lograr que no fuera un convidado de piedra.

Rogelio que siempre insistió en la necesidad de sacar a Javier de su casa, aprovechando que muchos consideraban que se posesionó en esa casa de manera fraudulenta en los años de la recesión económica de 1.929 cuando más de un comerciante o dueño de alguna finca, quebró económicamente, y que la muerte y los achaques sicológicos de sus dueñas, pudieron ser producto del falso amor de Javier, que según decía el vecindario, no fue más que la intención de hacerse dueño y señor de la casa que desde un sótano, fue el primer paso para montar el negocio que regentó por más de medio siglo en la doce con once, y que mediante sus ardides lo sostuvo hasta que Rogelio y su familia llegaron a hacerse dueños mediante contratos de todo un vasto sector de San Victorino.

Esas conjeturas entre ambos no eran más que las discordias que tenían acerca del futuro de sus proyectos que hacían que Numa dudara de Maritza, mientras que Rogelio con su influencia sostenía que a todos los podía tener juntos con tal que ganasen. Omar, así lo entendía. Rafael que era el más beneficiado con los nuevos trabajos que se daban en el sector, y a sabiendas que sería bien pago si lograba que Javier abandonara su negocio, desde que llegó no descansó hasta que murió, tal y como lo dijeron los testigos que se dieron cuenta de los hechos.
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