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Bogotá en medio de ese gris plomo de la neblina y lluvia pertinaz, era muy conocida en el mundo por su arraigada cultura, que los oriundos de los tiempos de Numa presumían de sus vastos conocimientos; y que por su manera de ser y hablar la llamaban "La Atenas Suramericana". En los veranos el sol hacía que omitieran las ruanas que no se  comparaban con las que usaban en tierra caliente a donde el calor abrasador hacía que la tez de sus pieles sufrieran ese color bronceado y moreno de los primitivos aborígenes, o el de los negros que traídos como esclavos desde el Africa soportaran por su textura de piel las altas temperaturas, y que en la capital y gran parte de la región cundiboyacense,  la altura de la sabana hacía que la piel se pigmentara de coloración rojiza en las mejillas de sus habitantes primitivos por el tostado de su tez muy particular, que resaltaba con los de epidermis blanca.

Numa lo vivió en sus largas caminatas por esas montañas de herraduras. Ahora sabía lo que el sol inclemente podía hacer con la vida de los habitantes de estas cordilleras en los días nublados donde no se podía distinguir a alguien en particular a pocos metros de distancia, además que todavía recordaba la madrugada en que Maritza lo dejó luego de festejar y declamar poesías en el tiempo que los noticieros que muchos dijeron que hubo unas especies de vendettas a nivel nacional en que  hubo, según los rumores muertos tras  las represalias que se dieron en la misma madrugada, y hechos por personajes que fueron tildados como del mismo gobierno. Y aunque no se pudo constatar nadie se atrevió a afirmar que un hijo, un hermano o un familiar suyo hubieran tenido algún percance. Todavía Maritza no había respondido a sus preguntas respecto de las incógnitas sobre sus amigos que llegaron a festejar en sus alazanes como si de verdad estuvieran no solo de fiesta, sino que aprovechando su estado se llevaron varios libros sin pagarlos, pero que Maritza se limitó a decir que teniendo tantos, estos no le iban a hacer falta para surtir a su clientela.

Y no se trataba de esto. Ella siempre le dio vueltas al asunto, aunque después le comentó de su ida con ellos a la invitación que María y Rogelio le hicieron para ir a conocer a Ambrosio Ortega afirmando que de todas formas él se podía dar ese lujo de regalarles algo de lo suyo a los amigos, sí en realidad la quería.

En esos tiempos se hacía difícil de creer que estos en medio de esa violencia fraguada con la muerte de Gaitán, hubieran ascendido por las montañas que desde el Guavio tenían que pasar por la finca de los padres de Maritza, y que al fragor de la cabalgata no hubieran ido a sus fincas, y se aperaran de lo necesario para atravesar el largo trecho que los separaban de aquel imaginario colectivo que afirmaba la presencia del posible padre o hermano mayor de aquella familia que siendo conocida por él desde muy joven, solo hasta ahora le daban sentido a muchas cosas que le sucedieron en su vida.

La presencia de Maritza suprimió esa larga soledad que tuvo porque fueron muchos los avatares que soportó. Nunca podría olvidar a la mamá de sus hijos ni las extrañas circunstancias en que tuvo que partir cuando Carlos apareció. Y aunque fueron muchos años los que vivió con su familia, no podía entender la visita de este en esa noche que tuvo que partir para siempre, abandonándolo todo. Sin embargo, estaba en un país plagado de imaginarios de venganzas que muchas veces se orquestaban contra alguien desde antes de nacer, que cuando aparecían como maledicentes los que las sufrían ni siquiera sabían qué cuentas de otros estaban pagando. Imaginarios que se formaban dentro de sus mismas familias donde cualquiera de sus miembros o todos redimían sus culpas como si los autores materiales que hicieron alguna villanía lo tuvieran que pagar con sus hijos y sus descendientes.

Recordó aquella frase de Maribel cuando muchos años antes, al ver a Carlos, le dijo a Benjamín sobre lo que le impresionaba este apuesto militar en su pueblo, y que por ese destino que toman los rumbos de la vida cuando apareció después de convivir con Clemencia, y los hijos que tuvieron, hicieron que muchas veces durante todo su peregrinaje tratara de regresar, pero el imaginario de sus padres le daban a entender que existía una vieja rencilla de familia, y la decisión de Benjamín que desde niño lo adoctrinó para advertirle de los peligros que existían en aquella manigua inhóspita en donde la ley del más fuerte primaba, a sabiendas que lo había formado en esa lucha que el hombre hace contra la naturaleza para transformarla en su propio beneficio colonizador,  y ante una especie de idea arraigada en su mente que le decía que ante el peligro infundado de ese aparecimiento en esa noche de luna llena, le informaba de ese extraño presentimiento  que con la llegada Carlos y el pelotón del ejército que dirigía, tenía que partir para siempre.

Maribel se lo dijo:

-Hijo, tienes que partir y no regresar jamás.

Benjamín lo tenía preparado dentro de su subconsciente. Años después, e incluso luego que con Maritza suplió el calor de sus familiares y los recuerdos que lo atormentaban, y que los sustituía con el poco dinero que de vez en cuando les enviaba en un país incomunicado entre los suyos por la violencia y el recuerdo de las persecuciones y ostracismos, que incluso de niño todavía dentro de su mente, recordaba a Benjamín cuando entre los juegos que inventaba para divertirlo, con los años se convirtieron en enseñanzas. Parecía que  hacía parte de una estirpe que estaba estigmatizada que solo podría ser vencida si se alejaba de los seres queridos para que pudieran vivir en paz, porque parecía que representaba una vieja maldición no solo de familia, sino de política como si lo de Numa en realidad no fuera más que una marca desde antes de nacer, pero que en cabeza de Carlos y su rango llegó a creer que en esos tiempos la ley no estaba al servicio de los más débiles, sino de los más fuertes; como si existiera algo que sus padres y esas familias sabían relacionado con su origen, lo mismo que las conjeturas que el vulgo hacía sobre el origen de Ambrosio Ortega.

Había comenzado a hilar toda su historia cuando conoció a Maritza, y comprobó que a pesar de todo sin ser muy amigo de Rogelio y de Pedro Luis, la poca amistad que todavía tenía sobre Carlos, y el hecho de conocerlos en las fondas por donde estuvo prestando su servicio al gobierno de manera encomiable mediante Guillermo, el hijo de la Madonna, le hicieron entrever que existía una especie de conspiración.

- ¿En qué piensas amor? Le preguntó, Maritza.

Así cayó en cuenta que tenían sus verdaderos planes para el futuro, que solo la historia de Serafín, aunque era su mejor amigo, le recordaban que tras esas venganzas que se gestaban sin saberlo, Belarmino había muerto; así como Rogelio con sus tratos y los favores que le debía al estar en dicha casa, a veces le hacían creer que si llegara a más viejo, resultaría fuera de ella por alguna otra conspiración.

Rogelio, solo insistía en que le ayudara a Rafael para sacar de una vez por todas a Javier de la casa de los Molanos. Y de verdad que aunque lo había pensado tanto, Omar ya tenía la solución. Recordó la extraña muerte de Valerio a manos del Morocho, y quien también después resultó muerto, y supuso que Genaro ya también lo estaba, y aunque hubiera querido ser un seguidor fiel a los ideales que sus padres le dieron, ahora no lo podía evitar.

Estaba en esa sin razón de la existencia de los seres humanos que querían bienes, dinero y poder, y él para poder vivir mejor estaba comprometido hasta la coronilla con Rogelio y los suyos. No lo podía evitar. Ni siquiera Maritza lo entendía porque también estaba tejiendo lo mismo que todos hacían ante la expectativa de sacar dividendos con los supuestos extranjeros que huyeron de aquel insensato holocausto internacional. Había pasado muy poco tiempo desde que Maritza y él habían estado durante noches revisando aquellas fotos, y sin embargo, aparentemente un aparecido,  amigo reciente  de Pedro Luis y de Rogelio a quien conocieron mediante Marina que trabajaba en la notaría adonde tramitaba la legalidad de sus negocios, el que estaba marcando la pauta de lo que tenían que hacer, y luego cuando Rogelio pretendía seguir con los planes orquestados por Omar, cayó en cuenta que todo había sido un entramado de mentiras para envolverlo en esos planes en que las quimeras los podrían llevar con su familia a destinos inesperados por cuenta de un farsante.

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