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Los silenciosos 2. Cap 1.

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Rogelio quería lo mejor para los suyos. Engrandecer el espíritu con el que soñó, rodeado de las fantasías que engrandecen a los hombres, y con el corazón puesto en la dicha de poseer los bienes conseguidos con el sudor de su frente. Esa era lo mejor de lo que perseguía en los negocios que tenía, y con el acertijo de resolverlos a su manera; generoso consigo mismo, y satisfecho por lo que ganarían los suyos, y por lo que la vida le deparara. Ese era Rogelio. Y toda su familia. Era creyente, aunque no participaba de los encuentros religiosos con que se congratulaba María colaborando con los diezmos que semanalmente le pedía los fines de semana en la iglesia de La Concepción , regentada por los padres Capuchinos que desde pequeña seguía en sus devociones y quienes a veces la llamaban para pedir alguna colaboración de demás. Rogelio todavía sentía el apego por Maritza , pero entendió que las incomprensiones los llevarían a las dudas de su reciente unión. Mientras la   desconfianza ...

Los silenciosos.

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Compre esta novela escrita  sobre los imaginarios que se desencadenaron con la muerte de Gaitán y la época de unas familias que llegaron a conseguir sus sueños en la Bogotá de mediados del siglo pasado.

Libro "Los silenciosos".

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Los Silenciosos

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Estos blogs el autor los comenzó a escribir el 2 de abril de 2.010 con el deseo de seguirlos publicando, pero las circunstancias que lo han rodeado hicieron que los siguiera publicando hasta hasta el 25 de diciembre del 2.015 en medio de amenazas y suspicacias que solo lo saben los que por alguna razón han pretendido que el autor no publique nada de nada. Lo mismo que en todos los proyectos que ha emprendido, estos vergonzantes ni siquiera se complican para adentrarse en la intimidad donde reposan estos escritos en la web, para bloquearlos o dañarlos,  como si esos hackers estuvieran pendientes de lo que escribe o va a publicar, o de los trabajos que hace por la calle, que si fuera un delincuente seguramente ya estaría en una prisión o en el cementerio. Hoy se vuelven a reiniciar estos escritos con el fin de ir recordando los personajes que todavía rondan en nuestro imaginarios a ver si por fin se pueden continuar publicando estas vivencias, que seguramente hacen parte de la ...

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2. Maritza se había ido. Se sentía sólo. Mucho más que cuando estuvo joven. En una ocasión que compartió con unos comerciantes de los recién llegados a esta ciudad, que venían en pos de la fortuna que podrían conseguir porque con sus experiencias tenían los conocimientos suficientes para hacerlo, pensó que también podía hacer lo mismo. En esas guerras fratricidas uno de ellos logró conseguir un escalafón dentro de ese gremio policial que le permitía adentrarse en los orígenes de muchos compatriotas, y en la de aquellos que por alguna razón de las guerras internacionales llegaron a rehacer sus vidas con los suyos. No era ajeno a ellos. En sus marchas por esas montañas agrestes los venía conociendo en fondas y posadas que además de permitir el descanso, los iban llevando a ese nuevo mundo de ciudades.  Para algunos podían ser los extraños destinos a los que todavía no estaban acostumbrados, donde los sombreros, las ruanas, los alpargates y todos lo...

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1. Numa Pompilio apenas pudo sostenerse en medio de la oscuridad. Todo estaba en silencio. No le gustaba. Acababa de cumplir los 50 años. Su vida había estado en vilo en medio de una sucesión de hechos, en la que los silencios no eran más que la premonición de posibles infiernos y los recuerdos de otros que sucedieron. Un extraño sopor lo sumergía desde la muerte del caudillo. Tan solo acababa de pasar dos años en una ciudad que se sobreponía a lo acontecido, y en la que cientos de personas que participaron habían perecido. Tras el holocausto los despertares no eran más que los recuerdos de una violencia cruel e inhumana donde muchos abandonaron lo que tenían con tal de salvaguardar sus vidas. Y las de otros que salieron a conseguir en medio de semejante locura, lo que no tenían. Eran esos imaginarios de odios y pasiones ruines los que terminaron por conquistar a una sociedad anquilosada de abolengos, que seguramente en otros tiempos sirvieron de c...