Los silenciosos 2. Cap 1.
Rogelio quería lo mejor para los suyos. Engrandecer el espíritu con el que soñó, rodeado de las fantasías que engrandecen a los hombres, y con el corazón puesto en la dicha de poseer los bienes conseguidos con el sudor de su frente. Esa era lo mejor de lo que perseguía en los negocios que tenía, y con el acertijo de resolverlos a su manera; generoso consigo mismo, y satisfecho por lo que ganarían los suyos, y por lo que la vida le deparara. Ese era Rogelio. Y toda su familia. Era creyente, aunque no participaba de los encuentros religiosos con que se congratulaba María colaborando con los diezmos que semanalmente le pedía los fines de semana en la iglesia de La Concepción, regentada por los padres Capuchinos que desde pequeña seguía en sus devociones y quienes a veces la llamaban para pedir alguna colaboración de demás. Rogelio todavía sentía el apego por Maritza, pero entendió que las incomprensiones los llevarían a las dudas de su reciente unión. Mientras la desconfianza crecía...