Los silenciosos 2. Capítulo 2.

Maritza que parecía perder los estribos con todo lo sucedido, se sentía más calmada. Entendía que la pérdida de su hijo, aunque nefasto y a pesar de dolerle hasta lo más profundo de su alma, se aferraba a lo único que tenía a la mano: "Su nuevo hijo obtenido en medio de las circunstancias que la vida le deparó sin proponérselo".

Sí. Ese era su sentimiento. Ni lo había esperado, ni tampoco nadie se lo había dado. Solo la vida. Y no era un regalo de Dios. No era creyente, pero amaba sus sentimientos, para así opacar la tristeza que la embargaba para reconfortar la alegría de una nueva vida que nació casi en los mismos momentos en que falleció el suyo. Y no era un destino, sino la fuerza que escogió al aceptar que Rogelio fuera su pareja ante la vista de todos los conocidos, con ese bebé recién nacido. Era su hijo, y nada más.

Dentro de sus planes estaba regresar a Bogotá y con sus hermanas y mamá rehacer parte de la vida. No era fácil, pero sabía que Rogelio haría lo necesario para que estuviera bien. Quería comprar ropa y aditamentos femeninos como carteras y arreglos necesarios para ponerse a tono con lo que estaba haciendo para cultivar su autoestima, y ponerse a la moda que florecia por los días en que la urbe y el mundo estaban cambiando, mientras los días se hacían más largos y las noches menos, pues Marleni pretendía hacerla regresar a esa vieja costumbre de reunir a sus amigas cercanas con el fin de organizar las fiestas, y tratar de rehacer la revista que siempre le depararon gratas alegrías. Con  Maritza a su lado podría por fin Marleni hacer que  regresara a Bogotá, la ciudad que tanto añoraba y con la cual se reconciliaba luego de esos días amargos que vivió, mientras los negocios de la finca volverían a las manos de Gabriel, su viejo administrador. Esos recuerdos de la familia,  solo quedaban en la penumbra, mientras aquel bebé sería el alcahueta de una familia que pretendía un nuevo rumbo en medio de la frustración de una de sus hijas, sin pensar en el atolladero ha que los metieron esas circunstancias. 

Rogelio que era parte de la estabilidad de Maritza, trataba de reconciliar lo que sucedía con su imaginario, hermanas y la misma Marleni que las defendía de todo lo malo que les pudiera pasar, más los prejuicios que tenían ante ese compromiso suyo hecho con ellas. Era una especie de juramento que trataba de cumplir a pesar de lo sucedido con Numa.

Y Maritza que dudaba de su palabra empeñada, pretendía seguir con el mismo cuento, mientras trataba de enmendar el posible daño que pudo cometer con la llevada de Adina sin consultar con Marleni ni la propia Maritza, más allá de los rumores que desataron lo sucedido, como si aquel melodrama importara más que el amor que sentía por esta. 

Rogelio quería hacer grata la estancia de estas pensando en las dificultades que tendría con Aida, quien desde la desaparición de Rogelio por irse a la finca de Maritza, no hacía más que buscarlo donde pudiera, pues en su interior creía que la traicionó por esos celos que siempre mantuvo, y de los cuales pretendió justificar las locuras que hizo, ocurrencias qué no tenían sentido, pero que a la larga lo podrían perjudicar, pues entendía que estaba dando un paso al vacío, pues no sabía cuál sería su reacción, al saber de la decisión tomada por éste. Mientras Marleni sonreía por los venturosos tiempos de sus más cercanos que como Rogelio y familia aparecieron sin saber cómo.

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